Otoño del 2020 había llegado sin apenas darnos cuenta.
Tan lejano y tan cercano quedaba el 21 de febrero, el día de mi cumpleaños.
Pasados ya 7 meses aún sigo diciendo que fue la última fiesta, el último baile.
Hace 10 años cuando soplé las velas, pedí un deseo, mi mente intentaba imaginarse como sería mi nueva década y donde celebraría el paso a la siguiente década. No conseguí visualizarlo, pero sonreí y me dije a mi misma: Piensa y busca bien en tu interior cuál es el verdadero deseo, el verdadero sueño.
Lo de pensar y buscar no es cosa mía, más bien me va más lo de: sueña y lánzate. Como buena piscis que soy, yo a la mía y en mis mundos.
En el 2006, cuando trabajaba en una promotora-constructora en Benidorm, visitaba 2 estudios de arquitectura donde nos hacían los diseños para los proyectos. Uno de los estudios diseñaba proyectos para Dubái. Y fue allí y en ese momento donde dije: yo quiero vivir en Dubái, yo quiero trabajar en Dubái y yo quiero construir en Dubái.
Parece que estaba muy ilusionada y segura de ello, pero no hice nada y seguí con mi vida.
No me voy a entretener con los detalles de como llegué a Dubái, porque necesitaría por lo menos 1 año y muchas páginas para escribirlo.
Aterricé en Dubái el 8 de enero del 2016. Sí, 10 años más tarde, cosas de la vida. Me desvié un poco del camino, pero aquí estoy en Dubái. Mi especialidad: complicar las cosas. ¿Para que ir por el camino corto, sí al final lo importante es disfrutar del camino y llegar antes o después donde quieres? Y si por el camino te encuentras con mil y una aventuras, mejor que mejor. El camino es siempre un aprendizaje y no ocupa espacio en el equipaje.
Una mañana de principios de diciembre estaba en la oficina de obra sumergida entre planos, materiales, e inspecciones de obra. Estaba concentrada en mi trabajo y de repente mi jefa me dijo: tienes que empezar a preparar tu cumpleaños.
Yo escuché algo, pero como estaba tan concentrada en mi trabajo, levanté la cabeza, le miré y dije: ¿Qué? ¿Mi cumpleaños? Aún quedan más de 2 meses.
La verdad que no estaba muy ilusionada da, hasta pensé en repetir la cena del año anterior en un restaurante Asiático con la misma gente. Pero empecé a soñar y a planear. Las ideas empezaron a venirme a la mente y poco a poco todo iba alineándose. Las expectaciones esta vez fueron menos que la realidad. No tenía ni idea que al final, no solo ese día sería especial, sino todo el mes de febrero, mi mes preferido.
Febrero es un mes frío y llueve en Dubái. Seguro que los que no vivís aquí no os lo creéis y los que sí, se que vais a reír. Vuelvo a repetir que febrero es un mes frío y llueve en Dubái.
Mi primera idea fue hacer una fiesta en barco al atardecer, vestidos elegantes. Nada de ir en bañador y enseñando carnes. Sushi y comida española. En mi fiesta de cumpleaños no podía faltar jamón serrano y queso. Había hasta pensado conseguir una pata negra de jamón con jamonero para ir cortándolo en el momento.
Mi segunda idea era alquilar una villa cerca de la playa para todo el fin de semana, y si alguien venía de fuera podría quedarse allí. Algo más informal, a puertas abiertas. Sol, mar, piscina, deporte, comer, beber, juegos.
Mi tercera idea era alquilar una sala privada, comida española y pasar música. Unos meses antes había estado en un lugar que me encantó, en el cumpleaños de una amiga española y recordar aquel día me traía buenos recuerdos. La temática fue “Cuba”. Yo lo de disfrazarse lo llevo fatal, aunque al final siempre acabo encontrado en el armario una combinación perfecta que no parece un disfraz. Me puse un vestido amarillo entallado con 3 volantes que van desde la cadera hasta justo debajo de la línea del pompis. Ese vestido ha vivido unas cuántas historias, ya tiene 10 años. Recuerdo perfectamente el día que lo compré. Fui con mi madre a dar una vuelta por el centro de Castellón y entramos en la tienda de Pedro del Hierro, la que hace esquina entre la calle del Medio y la calle que va al mercado central. No quedaban muchas cosas de verano, ya que era finales de temporada. Yo buscaba un vestido para el cumpleaños de mi hermana y allí estaba el vestido amarillo canario como la bandera española. Era precioso, aunque algo largo. El vestido tenía 3 volantes que empezaban justo por debajo de la línea del pompis (para los que tengáis dudas, el pompis es el culo), así que me miré al espejo y le dije a mi madre: aquí falla algo. Mi madre me miró y sabía perfectamente lo que iba a decir. ¿Mami que te parece si lo acortamos? Lo cortamos por el cuerpo y dejamos el último volante a la línea del pompis. Mi madre primero me miró con cara de no, pero como sabía que si lo había pensado lo iba a hacer sí o sí, me dijo: Hija, me parece muy bien. Tú que puedes, a lucir piernas. Lo acompañé con un pañuelo de colores atado a la cabeza como de turbante, de Fendi, un icono en mi armario. Unas sandalias azules altas, cómodas y bonitas, que me costaron solo 10€, y ya son vintage.
Por supuesto detrás de una historia tiene que haber otra historia, así que elegí la tercera idea.
El 21 de diciembre estaba sentada en una de las butacas del salón de mis padres y mi hermana acostada a mi lado en el sofá, estábamos disfrutando de la vuelta a casa por Navidad, y creé un grupo en WhatsApp:
Marisol’s Birthday. 21F.
This is not a secret anymore,
I am turning 40!
Durante esas semanas iba enviando más detalles. Mi jefa que también estaba invitada y como buena diseñadora me diseñó la invitación.
Mi hermana venía desde Bangkok, mi prima con su marido desde Benicarlò (un pueblo de Castellón casi al borde de Cataluña), mi mejor amiga con su pareja desde Nules ( mi pueblo), y mi amiga desde los años de la universidad, desde La Vall d’Uixó ( un pueblo vecino a Nules).
Así que no sólo tenía que organizar la fiesta, tenía que organizar a todos los que venían y cada uno llegaba en días diferentes. Me esperaban 2 semanas de las que digo yo: de no dormir. Un mes antes ya estaba nerviosa, ya pensaba en cuando pasara todo y quedarme un día sola. Vamos que siempre quejándome, pero me encanta el lío. Que sería mi vida, sin esos ajetreos.
Fue muy divertido como la gente se preparó para ese día, me envían mensajes con la ropa que se iban a poner. Entre ellos planeaban que regalarme. Y alguna que otra anécdota que me sorprendió,
Los primeros en llegar fueron mi amiga y su pareja (llevan 23 años juntos). Llegaron la madrugada del lunes, así que a mi me dio tiempo de ir a bailar tango, volver a casa a cambiarme e ir a por ellos al aeropuerto.
Se quedaban en un apartamento en el edifico donde vivo. Aún hablamos un rato y me subí a casa a dormir una pocas horas, ya que al día siguiente tocaba trabajar.
El miércoles por la mañana a primera hora llegaron mi prima y el marido. No les puede esperar ya que también trabajaba, pero como todos estábamos en el mismo edificio, mis amigos les esperaban para darles la bienvenida.
Volví del trabajo agotada, pero con ganas de calzarme las zapatillas y salir a correr para ahogar mis “penas” a zancadas. Pasé a saludar a mis primos y les dije que a las 9pm teníamos mesa reservada para cenar. ¡Nos vemos a las 8:45pm todos en recepción! Y salí a correr por el canal 5km.
A las 8:45pm estábamos todos en recepción. Yo no tenía muy claro sí lo que estaba viviendo era realidad o un sueño. Así que de vez en cuando y disimulando, me pellizcaba los brazos para comprobar que no despertaba, que era realidad.
Yo soy de downtown, a mí me encanta ver el Burj Khalifa todos los días (aunque luego haga kms y kms para ver a mi amigos o meter una mini bolsa o no tan mini porque salgo por la mañana de casa y luego nunca sé cuando vuelvo. Aunque me gusta volver a mi casita en downtown.
Elegí un restaurante de comida árabe en Souk Al Bahar. Conseguí una mesa en la terraza donde podíamos ver el Burj Khalifa y ver las fuentes bailar siguiendo la melodía de la música.
Abd El Wahad se ha convertido en visita obligatoria cuando nos visitan amigos y familiares. Les encantó el sitio. La comida buenísima, el servicio encantador y el lugar no deja de sorprender, es mágico, tiene algo. Les escuchaba y observaba, estaban felices, no paraban de decir lo contentos que estaban de estar allí y conmigo. Estaba agotada, pero ver esa felicidad me recargó para seguir disfrutando de la velada.
Hablamos de nuestro pueblo Nules, ese pueblecito costero de Castellón y de anécdotas vividas juntos. Yo no podía expresarles en palabras lo feliz y agradecida que estaba de tenerles allí conmigo.
Después de la cena pasamos al restaurante de al lado, karma kafé, otro de los sitios que me gusta y me recuerda a muchas noches de ladies night con mi queridísima amiga La Rusa (Como echo de menos aquellos meses juntas).
Intenté tirar indirectas, incluso directas que a media noche como cenicienta teníamos que estar en casa. Al día siguiente también trabajaba y no quería llegar al día de mi cumpleaños con ojeras de no haber dormido casi.
Por supuesto como buenos españoles nunca llegamos a hora (cosa que a mi me pone nerviosa). Salíamos del local a las 12:30am. Nos despedimos en su planta y darnos las buenas noches se hacían eternas porque nadie paraba de hablar (hablábamos todos al mismo tiempo como buenos españoles y de pueblo que somos).
Las puertas del ascensor se cerraron para subir a mi apartamento. Me miré al espejo y me dije: Que preciosa estás, tus ojos brillan de felicidad. Y cerré los ojos para abrirlos cuando el sonido del ascensor abrió las puertas y dije para mi interior: Por fin en casa.
Las puertas se abrieron y quede paralizada y con los ojos abiertos como un búho cuando le vi.
Buenas noches. ¿No pensarías que me iba a ir sin despedirme, verdad?. Yo no puede articular ni una palabra.
Allí estaba él sentado en la moqueta del pasillo, delante del ascensor esperándome.
No le di tiempo a levantarse y me lancé al suelo para abrazarle. Y me salió una sola palabra: GRACIAS.
Él volaba aquella madrugada, un viaje de trabajo y se iba a perder mi fiesta de cumpleaños. Habíamos intentado cuadrar agendas para vernos, pero parecía que no íbamos a lograrlo. Aunque como digo yo: nada es imposible. Querer es poder.
Entramos a mi casa y sacó una botella de Prosecco de la maleta y mirándome a los ojos y separados solo un palmo me dijo: Prepara esos pancakes que tan bien te salen para acompañar el Prosecco.
Allí estaba alucinando y súper feliz en la cocina preparando los pancakes aún vestida, con tacones de aguja y sin dejar de sonreír mientras él descorchaba la botella de Prosecco y dejaba caer el corcho en el jarrón de mi colección de corchos.
Disfruta de tu último día del año y que lo empieces muy feliz, dijo saliendo por la puerta dirección al aeropuerto.
Apenas hacia segundos que se había ido, un mensaje saltaba en la pantalla del móvil: ¡Ya he aterrizado! ¡Que emoción! ¡No me puedo creer que esté en Dubái! Mi amiga me envió un mensaje desde el aeropuerto.
Estaba claro que lo premeditado se iba a cumplir: Me esperaban 2 semanas sin dormir.
Yo tenía que salir hacia el trabajo e iba organizando a todo el mundo. Mi amiga se quedaba en mi apartamento y los otros 4 le esperaban para darle la bienvenida.
Por la tarde les había organizado una excursión al desierto, con una agencia de un amigo español, Middle East Experience. Cuando me visitan amigos y familiares siempre contacto a ellos, se que me los van a cuidar y la experiencia siempre es buena y llena de anécdotas. Así yo me quedaba tranquila, saldría del trabajo, me pasaría por el local, Iría a casa a darme una ducha rápida e iría al aeropuerto a por mi hermana.
A las 10:30pm todos en recepción. ¡Nos esperan unas copas en la planta 54 en una terraza bajo la luz de la luna y observando la ciudad! Les dije a todos en grupo: Dubái 2020.
Mi jornada laboral fue un no parar, entre lo emocionada que estaba y todo el trabajo que tenía olvidé comer. Quería salir del trabajo antes de la hora, pero sin darme cuenta había volado el día.
Llegué al aeropuerto y comprobé en la pantalla que el vuelo llegaba a la hora prevista y me metí en el supermercado a comprar algunas cosas. Mi frigorífico estaba vacío y a mi no se me había ocurrido hacer la compra online.
Cuando vi a mi hermana acercarse a mi no me lo podía creer. Estaba preciosa, elegante, maquillada, con el pelo perfectamente.
Nos abrazamos y le dije: ¡Estas guapísima!
Y me dijo: esto de viajar sola es una maravilla, creo que lo haré más veces. Desde hace 6 años siempre viajo con las niñas, ya no sabía lo que era relajarse en el avión, disfrutar del viaje y no estar pendiente de más personas y de equipajes de todos.
Me reí y le dije: ¡Que estrés! ¡Ahora sé porque me gusta viajar sola! Jajjajaj. Nos reímos.
Llegamos a Cé La Vi Dubai y tuvimos la suerte de que unos encantadores chicos nos hiciesen un hueco en su mesa en la terraza. Con una sonrisa les dije: Buenas noches. A las 12am es mi cumpleaños os importaría compartir mesa. Welcome and Happy Birthday! Me dijeron.
Había estado el día de la inauguración del local con mi jefa y me había encantado el lugar, así que pensé que sería un sitio encantador para despedir el año y dar la bienvenida a mi nuevo año, a mi nueva década. Lo único que no reservaban mesas para tomar solo copas. Así que arriesgué y como bien dice el refrán: Quien no arriesga no gana. Y gané.
A las 00:00 del 21 de febrero del 2020, estaba celebrando mi 40 aniversario en Dubái, rodeada de gente muy importante para mí. Mi mejor amiga en Dubái y mi hermana estaban a mi lado, las dos me cogieron por la cintura y cada una de ellas eligió una mejilla para darme un beso y felicitarme. Y luego los demás me fueron abrazando y besando. Cogí el móvil y allí estaba el mensaje de él a las 00:03am. Feliz cumpleaños! Simple, pero siempre a tiempo.
Llagamos a casa y nos quedamos los 7 en recepción del edificio hablando y cotilleando. Yo estaba encanta, pero agotada. ¿Qué pasa que nadie ha entendido que mañana no quiero tener ojeras de no dormir? Ya eran las 2am y entre despedirnos y organizarnos mi hermana y mi amiga en casa se hicieron las 3am.
Desperté con un ruido, no había sido fuerte, pero abrí los ojos. Y vi a mi hermana a mi lado. ¿Estás despierta? Tengo jet lag y ya no puedo dormir. Además para 48h que voy a estar aquí no me las quiero pasar durmiendo. Me dijo mi hermana.
Hola, no estoy durmiendo. Vamos a cotillear. Le dije mirando la hora y viendo que eran las 6am. No me lo podía creer, yo quiero muchísimo a mi hermana, con locura. Pero tuve que hacer un esfuerzo muy grande para no gritar. ¡A dormir!
Mi amiga parecía la Bella durmiente y no despertó hasta las 9am y eso que habíamos estado las 2 hermanas sin para de hablar ni para respirar.
A las 9:30am sonó el timbre de la puerta y abrí sin pensar. No estaba yo para pensar mucho. Y allí estaba mi mejor amiga al otro lado de la puerta. Aún no me lo podía creer, pero era real. Con una cajita en las manos y un Feliz cumpleaños. ¡Pasa, entra, voy a preparar café para todas! Tengo un vídeo del momento, de las cuatro en mi mini casita, no lo voy a compartir pero cada vez que lo vuelvo a ver me traen muchos recuerdos e ese día y de la infancia. Aquellos maravillosos años.
Habíamos quedado todos a las 11am para ir a la playa, otra pareja de amigos, mis más viejos amigos, que son mi familia aquí,( lo de viejos va por antigüedad no por edad y cuerpazos ) nos esperaban en la playa. Aunque ya veía yo que al paso tortuga que íbamos se nos iba hacer tarde para salir de casa.
De repente se bajaron para cotillear el gimnasio y la piscina, me dejaron arreglarme solo y relajada.
Apenas hacía un minuto que habían salido de casa sonó el timbre de la puerta. Yo con cara de no buenos amigas y sacando mi carácter dije: ¡¿Qué os habéis dejado?! Y abrí la puerta.
Me quedé paralizada y con las manos en tapándome la boca cuando mi sorpresa fue ver a un hombre con dos ramos de flores con una tarjeta cada uno. Aunque el hombre creo que se quedó más paralizado que yo. Había abierto la puerta semidesnuda, me estaba preparando para ir a la playa y como pensaba que había sido mi gente abrí la puerta solo llevando puesto un mini biquini. Ahora que lo recuerdo me entra la risa, pero en aquel momento no me di cuenta de la situación, cerré la puerta y empecé a llorar de la emoción, un escalofrío de felicidad recorría todo mi cuerpo.
No podía dejar de derramar lágrimas de felicidad mientras leía las 2 tarjetas.
40’s are the new 20’s!
Twenty red flowers for a
unique girl. B.
¡Increíbles 40!
Let’s make them legendary. R&C.
Comimos en la playa, había preparado un pequeño picnic como todos los veranos preparábamos con amigos. Era febrero y mi gente no podía creer que estaban en la playa. Pasamos unas horas inmejorables, no faltaron las risas y anécdotas.
Obligué a todo el mundo a llegar a casa como muy tarde a las 5pm, descansar un poco y arreglarnos para estar puntuales. Yo quería llegar la primera para recibir a todos. Por supuesto, nadie me hizo caso.
Llegamos a casa y decidieron bajar todos a la piscina. Mi hermana quería descansar un rato y yo dudé en bajar también a la piscina o quedarme descansando. Al final y sin seguir mis propias reglas e imposiciones, no descansé y baje a la piscina con el resto. Estábamos todos en la piscina grande y aunque no lo creáis el agua estaba fría, estábamos tiritando. Uno de mis amigos estaba en la piscina pequeña y no paraba de repetirnos que el agua estaba caliente como un jacuzzi. Tardamos en darle la razón al comprobar que la tenía.
Yo estaba en la piscina pero mi mente estaba arriba en mi apartamento, echaba de menos a mi hermana, así que con la excusa que el agua estaba fría subí arriba en busca de la compañía de mi hermana. Parece increíble como ese amor de hermanas es algo súper fuerte, es como dos imanes que aunque los separes se atraen hasta quedar uno junto al otro.
Al final se veía venir que llegaríamos tarde, todos corriendo y con prisas. Yo estaba de los nervios, quería llegar la primera y era ya imposible si a la hora de estar allí aún estábamos en casa y sin llamar el taxi. Salimos en dos taxi, les avisé que le indicaran bien la salida al taxista o se podían perder. Y así fue, nosotras salimos más tarde y aún llegamos antes.
No me entretuve contando como conseguí mi vestido anteriormente, pero a llegado el momento. Había pensado ir de rojo ya que los chicos llevarían complementos rojos, corbata, pajarita o pañuelo y las chicas de blanco, negro o dorado. No estaba muy convencida, había ido un par de días de compras, pero no veía nada especial. Así que pasé por mi tienda prefería estos últimos años, una diseñadora italiana que la sigo por Instagram todos los días, sus diseños y su vida. EF ( Elisabetta Franchi ). Entré por la tienda y la manager me saludo con una sonrisa y me dijo: hacía tiempo que no te pasabas por aquí. Tampoco hace tanto, pasé antes de irme de vacaciones de Navidad, algo más de un mes. Le dije. Y ella me contestó: parece mucho más, te hemos echado de menos. Empecé a pasar perchas y le expliqué que quería y vestido especial para un día especial. Y me dijo: ¿no quieres el vestido negro? Me gustaría rojo, pero se que al final va a ser negro.
Mientras lo decía mis ojos se quedaron mirando al vestido negro que tenía entre las manos, aún colgado en la barra. La chica me miró y me dijo: te va a encantar, es ideal para ti. Es uno de los vestidos de la colección de la “Alfombra roja” de EF.
Me lo probé y salí del probador para verme mejor en el espejo de fuera y que las chicas me viesen. Se quedaron con la boca abierta y dijeron: Queda perfecto en ti. Espectacular. Y les dije: esa es la reacción que quería.
Empecé a caminar de un lado a otro y sentía que ese era el vestido, mi vestido. Pero las dudas me entraron, como era de esperar. Quedándome paralizada enfrente del espejo me miré y les dije a las chicas: ¿Estáis seguras? ¿No es demasiado corto? ¿No tiene demasiado escote? ¿Quiero bailar esa noche, no creéis que el largo de detrás me molestará? ¿Y luego me lo volveré a poner? ¿Cuesta bastante dinero?….aisss que bonito es; me he enamorado de él. ¡Me lo llevo chicas!
Entré por la puerta, estaba nerviosa, la piernas me temblaban. La gente que me conoce siempre dice que yo no tengo vergüenza a nada. Siempre contesto que soy muy vergonzosa, pero que lo disimulo muy bien. A veces tengo la sensación de que voy a caer y no se ni donde estoy e incluso digo cosas sin sentido.
Ya habían llegado algunos invitados y empecé a saludar a cada uno de ellos. Había una mesa llena de regalos, pero no abrí ninguno. Desde mis años en la India me he acostumbrado a no abrir los regalos cuando hay varios regalos y de personas diferentes.
La primera vez que fui a un cumpleaños en la India, en Mumbai, le pregunté a mi amiga que porque no había abierto los regalos. Y me dijo que era de mala educación, porque cada uno invierte de forma diferente en los regalos y los invitados se pueden ver ofendidos. Y también porque así no tenías que disimular si algún regalo no te gustaba. Por eso que dicen la cara es el espejo del alma. Vamos que a mí si algún regalo no me gusta o algo no me hace ilusión me pillan en seguida, ya que entre mi cara expresiva y mis ojos grandes me delatan en situaciones comprometidas.
Además, me parece súper divertido abrir los regalos e intentar adivinar de quien son y luego leer la tarjeta, si la llevan.
Me acerqué a uno de mis amigos que sabe perfectamente que me pongo nerviosa en ocasiones así, y al oído le dije: estoy temblando de nervios. Y me contesto: estás espectacular, eres tú, tenías que ir de negro. La mujer de negro, elegante y sexy. Y anda aléjate de mí que me estás poniendo nervioso con ese escote. Nos reímos los dos y le contesté: perdone usted caballero, pero me ha visto con menos ropa puesta en más de una ocasión. Reímos y añadí a la conversación: y gracias, ya se me han pasado los nervios con la tontería. Y volvimos a reír.
Y de repente vi entrar a mi compañera de batallas con su pareja y sonriente con una pequeña bolsita balanceándola de lado a lado, azul con letras negras: Tiffany & Co. Moría de ganas de abrir ese regalo, y tengo que confesar que fue el primero que abrí en subir al taxi dirección a casa después de la fiesta. Precioso, 2 corazones colgando de una cadena. Uno del color azul de Tiffany con las iniciales de mi nombre grabadas por la parte de atrás, MJG. (En estos momentos y mientras escribo lo llevo puesto)
En medio de los abrazos, vi entrar por la puerta a mi pareja de baile, de tango. Como no tenía traje negro se hizo uno a medida. Negro con los hilos de los ojales en rojo. El forro interior color rojo oscuro, los ribetes de dentro blancos y con su nombre bordado en rojo encima del bolsillo interior de la chaqueta. La verdad que fue todo un detalle, me dejó sorprendida. Y le quedaba perfecto, hecho para él, para el momento, para el baile. Se puso pajarita roja, aunque un poco torcida, al final descubrimos que estaba puesta al revés.
Miraba a mi alrededor y estaba feliz de ver a todos allí, algunos invitados no pudieron venir, y por supuesto echaba de menos a mi familia, a mis amigos de Nules de toda la vida, a mis amigos de los años de la universidad y a todas esas personas que he ido conociendo estos años. De una forma u otra, todos estuvieron conmigo. Son muchos y saben que me hubiese gustado tenerlos a todos conmigo.
La verdad que yo no comí mucho, y casi ni bebí, quería estar con todos y eso es imposible, al final volvía a ese imán que me atrae tanto, mi hermana. Entre otras cosas porque marchaba al día siguiente y no sabía cuando volvería a verla.
Como buena Valenciana que soy a parte del Jamón Serrano y el queso no podía faltar el arroz. Así que unos entrantes a la española para ir haciendo boca, para continuar con un “Arròs del senyoret”.
Os explicaría que es el “Arròs del senyoret”, para los que sois de mi tierra lo sabéis perfectamente, los que estuvisteis en mi fiesta de cumpleaños también. A los que no lo sabéis, os invito a Nules a comer un “Arròs del senyoret”. ¿Que os parece?.
Llegó la hora de cantar cumpleaños feliz y de pedir un deseo. Empezó a sonar la canción de cumpleaños feliz de Parchís. Y todos los cumpleaños de la infancia con amigos empezaron a aparecer en mi mente y solo podía expresar lo que sentía cantando la canción y saltando de alegría. Empecé a contar las velas y solo había 39, pensé bien el deseo y las soplé. ¿Que significa el haber solo 39? Volvieron a sacar la vela que hacía 40, se la habían dejado en la cocina al preparar el resto. ¿De verdad alguien pensó que no iba a contar las velas? Había dicho que quería 40, y estaba segura que las contaría. La soplé y me hicieron cortar la tarta, que no se si por nervios o al no comer dulce o tartas, no sabía cómo cortarla.
Había invitado a 2 parejas más de tango, pero no pudieron venir. Así que éramos 2 parejas. Mi amigo argentino que fue en que me metió en el mundo del tango, mi amiga, confidente y compañera de ladies night, y mi amigo y pareja de baile en tango.
No habíamos ensañado nada, y no sabía cómo íbamos a bailar con moqueta, tampoco como mi vestido se iba a comportar conmigo. Así que lo único que podía hacer era que mi pareja bailase su Vals preferido. Unos días antes estaba haciéndome la manicura y pedicura cuando le pregunté: ¿Cuál es tu tango preferido para bailar? Sonrisas y lágrima de Juan D’arienzo, me contestó.
Así que me organicé con mi amigo argentino para que pusiera ese Vals. Me dijo que pondría primero un tango, para bailar los 4 cambiando de pareja y luego pondría el Vals.
Cuando después de la tarta estábamos organizándonos para poner la música y bailar, se acercó por detrás y me preguntó que pasaba y le contesté: sorpresa, vamos a bailar los 4 juntos y luego tú y yo. Y le sonreí. El me contestó: Te crees que no lo sabía, lo tuve claro cuando me preguntaste el otro día. Y yo le contesté: pues llévame perfectamente que va ha quedar grabado para el recuerdo.
Yo estaba súper nerviosa e iba acelerada, pero el lo hizo perfecto, con mucha elegancia. Tal vez una de las mejores veces. Yo estaba más pendiente de no pisarme el vestido y de que no se me saliese una teta, que casi al final tuve que soltarle la mano porque tenía un pecho fuera del vestido. El baile tenía partes que bailábamos más justos y ahí era cuando me relajaba, apretaba mi cuerpo contra el suyo para estar a salvo y que no se moviese el vestido, pero cuando teníamos que bailar separados y dar vueltas lo pasaba fatal. De repente me di cuanta que el escote se abrió y empezaba a verse más mi pecho izquierdo, aún podía disimular porque la parte izquierda era la que estaba pegada él. Le dije: se me ve una teta, se me ve una teta, se me ve una teta. No hizo nada, solo sonrió y cuando nos separamos le solté la mano, me coloqué el vestido al sitio y continuamos bailando. Al final quedó precioso y con anécdota simpática para recordar.
No era la primera vez que me pasaba algo parecido. Una noche de domingo en la Milonga de Asado, llevaba un vestido nuevo que una amiga me había regalado, negro, entallado hasta las caderas y luego con vuelo. Escotado y atado al cuello. Era precio y al parecer quedaba genial en mí y en la pista de baile. Estábamos bailando los dos juntos, ese día estaba súper relajada y casi flotaba concentrada en mi y en la música. De repente me dijo algo al oído que no escuché bien y le dije: ¿Qué has dicho? Se te ve una teta. También el pecho izquierdo, paramos y anude los tirantes más fuerte al cuello. Tengo mil y una anécdotas sobre tango.
La noche continuó hasta las 3am cerrando el baile con “Macarena” de Los Del Río. Por supuesto no faltaron las equivocaciones, la no coordinación, los movimientos raros y las risas.
Las escalaras que bajaban del primer piso donde estábamos a la calle, se nos hicieron larguísimas y entre risas llegamos todos a los taxi. ¡Gracias!
La noche y las risas no acabaron ahí, los 7 volvíamos cargados a casa con regalos, flores, globos y unas cuantas cosas más que no se de donde habían salido.
Empecé a abrir regalos; un precioso bolígrafo bañado en plata y oro con las iniciales de mi nombre grabadas acompañado de una libreta roja de Montblanc. Una pluma antigua con tintero y muchas joyas que me acompañarán muchos años y vivirán conmigo momentos para recordar.
Lo coloqué todo en la mesa y mis amigas se reían. En los pueblos antiguamente cuando tomabas la comunión ponías todos los regalos de manifiesto, para que la gente fuera a ver el trabaje de la comunión, segundo traje y tercer traje junto a todos los regalos. ¡Cosas de pueblos!
El fin de semana aún no había terminado y menos la semana, los acontecimientos seguían.
Nos levantamos por la mañana y fuimos Souk Madinat Jumeirah, donde paseamos y comimos. Ya solo quedábamos 5, la cuenta atrás había empezado. Luego fuimos a uno de mis restaurantes preferidos en la playa, en la misma arena, los dueños son locales, descubrí ese lugar al principio de estar en Dubái, cuando era un local pequeño, ahora lo habían ampliado, aún seguía teniendo su encanto. Tomamos café relajados y volvimos a casa. Mi hermana se iba, de vuelta a Bangkok y nosotros teníamos que arreglarnos para ir a otro de mis sitios preferidos, al Aperitivo Italiano.
Las anécdotas continuaban, no sabía lo que había ocurrido pero estuvimos en un atasco más de una hora, aunque lo pasamos genial; recordando anécdotas de los días anteriores y cantando canciones.
Otra velada maravillosa. Llegamos a casa pasada la media noche y al día siguiente me tocaba trabajar y cuando me despedí de ellos en el ascensor le dije: mañana a las 9:30pm en recepción. Era hora de vestirse para ir a la Milonga de Asado, esa noche bailaría un baile de cumpleaños, donde yo sola en la pista los chicos irían saliendo de uno en uno para bailar conmigo. Me había comprado un vestido espectacular. No tenía vestidos de tango, los
vestidos que uso para tango los puedo llevar para otros eventos, así siempre estoy preparada para saltar en una milonga aunque no lo haya planeado.
Pero para ese día quería un vestido especial. Una amiga de tango había organizado una pequeña milonga en su casa y aprovechó para vender zapatos y vestidos de tango de una diseñadora amiga de ella. Yo quería comprarme zapatos, los tengo todos destrozados y los que yo misma había diseñado los perdí, quién sabe donde. Tengo el diseño de los zapatos enmarcado en un cuadro. No me gustaron los zapatos pero me probé unos vestidos. Y cuando me puse el vestido de color azul y verde de pequeñas lentejuelas, las 3 chicas que estaban allí conmigo dijeron. Wooooow ese vestido está hecho para ti, te queda espectacular. Chicas con este vestido bailaré el día de mi cumpleaños.
El vestido se pasó 3 meses colgado en el armario hasta ponérmelo. Lo acompañé con zapatos negros, unos pendientes que mis padres me habían enviado desde Nules de regalo de cumpleaños y una pulsera que parecía conjunto con los pendientes, ambos brillaban junto al vestido. Me recogí el pelo con una cola de caballo y me pinté los labios de rojo.
Estaba nerviosa, pero me alegré al ver al chico que ponía música esa noche. Un chico encantador a parte de bailar muy bien. Me acerqué a él y le dije que era mi cumpleaños que me buscara una canción. Me preguntó que quería y le dije que no tenía ni idea, que eligiera él por mí. No te preocupes, voy a elegir tres y de ellas eliges una. Te llamo cuando las tenga preparadas.
Elegí “Mendocina” de Pedro Laurenz, un Vals del 1944.
Me pareció una canción de amor muy dulce, era la primera vez que la escuchaba y el estribillo dice:
Sois tan linda mi Mendocina
mujer divina, gracia de Dios.
Si vos supiera como te adoro mi Mendocina ángel de amor.
No deje de bailar en toda la noche y mis 3 invitados que aún seguían en Dubái, grabaron cada tanda de aquella noche de tango, de la Milonga.
Nos fuimos antes de que acabara la velada, ya pasaba de medianoche y mi amiga se iba de madrugada, así que esa noche tampoco iba a dormir mucho.
Mi pareja de baile, se acercó a mí y me dijo: ¿Así que mañana cenamos en Asia Asia, en Pier 7? Tu prima me ha invitado a cenar con vosotros y he dicho que sí. Estaba claro que mi cumpleaños aún no había terminado.
Pasamos los cuatro una velada estupenda, Asía Asía también es un sitio casi obligatorio para cenar cuando vienen a visitarnos familiares y amigos. Y llegó la hora de darnos las buenas noches y despedirnos. Me entró una pena enorme al darme cuenta que ahora sí iba a despertar del sueño.
Aún no había tenido tiempo de saborear aquellos días, habíamos hecho tantas cosas y tanta gente me había acompañado, que ni yo misma con la gran imaginación que tengo podría haber imaginado un cumpleaños así. Me lancé en la cama cuando la vi, iba a dormir sola después de muchos días.
Cuando sonó el despertado, me desperté sobresaltada. Todas las luces de la casa estaban encendidas y yo seguía vestida y con los tacones puestos. Me quedé dormida. No sabía bien dónde estaba y en que día vivía, tarde segundos en reaccionar y levántame para ir a trabajar.
Parecía que mi cumpleaños había terminado, pero aún no sabía la sorpresa que me esperaba.
Salí del trabajo y aunque estaba agotaba quería calzarme las zapatillas y salir a correr para a “ahogar las penas”. No se ni de donde saqué las fuerzas, pero corrí 10 km. Cuando llegué a casa me senté en el sofá y pedí sushi para cenar. Cuando la orden estaba enviada, me quedé pensando con el móvil aún entre las manos y de repente unas lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas y me pregunté: ¿Será que es hora de volver a casa, a Mi Pueblo?
El móvil empezó a vibrar y me sorprendió a ver una llamada de él, contesté aún con lágrimas es los ojos.
-¡Sorpresa! Acabo de aterrizar, he vuelto antes de lo previsto. ¿Cómo estás?.
-¡Que sorpresa! Hoy es martes, pensaba que volvías el jueves.
-¿Le digo al taxi que pare en tu casa de camino del aeropuerto a la mía?
-La verdad es que segundos antes de tu llamada me estaban cayendo las lágrimas. Estoy melancólica, hoy quiero quedarme en casa, sola y relajada.
-Es normal has tenidos unos días de muchas emociones. No olvides que esas lágrimas son de felicidad. Te llamo mañana. Descansa.
-Muchas gracias. Tú también.
En verdad necesitaba un abrazo, pero como yo especialista en sentir o querer algo y pedir lo contrarío, me quedé sin un abrazo, aunque aún no sabía lo que iba a pasar.
La cena tardaba en llegar y cogí el móvil para llamar a ver que pasaba y de repente un mensaje:
-¿Seguro que quieres pasar la noche sola? Ya estoy en casa, voy al gym, si cambias de opinión vente y vamos a cenar por ahí.
-jaja. Estoy esperando la cena.
-Perfecto, ya tienes echa la comida para mañana.
-Vale, voy. Quiero un abrazo.
Estaba claro que mi cumpleaños aún no había terminado.
Al día siguiente cuando llegué al trabajo mi jefa me dijo que nos habían invitado a la inauguración de un restaurante y sí me unía a ella. Sonreí y dije que sí. Ya una vez puestos a no dormir, pues un día menos. La verdad que no se de donde sacaba las energías.
Era un evento de trabajo, así que decidí ponerme un vestido de color nude de EF, ajustado por todo el cuerpo por debajo de las rodillas, sin mangas pero con guatas que realzaban los hombros. No era escotado, cerrado por delante y por detrás, marcando toda la silueta. Una cremallera desde la nuca hasta el final del vestido le daba un toque sexy. Lo acompañé con uno zapatos cerrados de color nude. No llevaba complementos, así que decidí ponerme el anillo especial que me había regalado una amiga.
Era un precioso anillo de oro viejo con una piedra morada, una amatista. El anillo había pertenecido a la abuela de mi amiga o quizá alguna otro generación. Tenía más de 100 años.
Mi amiga y su pareja, son mucho más mayores que yo y les conocí en unas circunstancias muy peculiares que no voy a contar ahora porque también necesitaría unos cuantos meses y unas cuantas hojas para escribir la historia. Habían pasado unos días en mi casa y cuando yo volvía a mi casita de Downtown me encontré algo en el suelo. Un anillo. Me puse en contacto con ella y me dijo que se lo guardara hasta que nos viéramos la próxima vez. Aún no hemos podido vernos, pero el día de mi cumpleaños me dijo que mi regalo se había quedado en mi casa por su propia voluntad y me pertenecía. No podía dejar de llorar de felicidad al leer ese maravilloso mensaje. Ese anillo pasaba a una 4 generación y me pregunto: ¿a quien se lo pasaré yo?
Cuando cogí el móvil para salir vi un mensaje:
-Tengo cena de negocios en Downtown. ¿Por dónde andas? ¿Paso por tu casa después de cenar?
-Estoy saliendo de casa. También voy a una cena de negocios. Dejo la puerta de casa abierta, quien llegue antes prepara los pancakes.
La cena fue muy relajada y aunque de negocios, fue divertida. Ya me había acostumbrado a salir todas las noches y a dormir poco y me encontraba descansada. Además al día siguiente después del trabajo salí con mi amiga y compañera de batallas a pasar un fin en un resort en Fujairah. Por supuesto las celebraciones de mi cumpleaños aún continuaban.
-Estoy llegando a tu casa.
-Yo también.
Entré a casa y cerré la puerta mientras alguien decía: ¡no cierres!
Por unos segundos me toco hacer los pancakes.
-Veo que ya tienes la maleta preparada.
-Sí, en salir del trabajo vengo corriendo, me doy una ducha rápida y salimos con mi coche. Queremos llegar a buena hora para cenar.
-Te voy a echar de menos, me dijo mientras pellizcaba un trozo de pancake y se lo llevaba a la boca.
Cuando subí al coche le dije a mi amiga: No sabes las ganas que tenia de este fin de semana, tú y yo. Sol, mar, piscina, deporte, beber y comer.
Vamos a ver, porque ya te contaré una vez allí lo que ha pasado con la reserva. Mejor te lo cuento cuando estemos en nuestra habitación. ¡Venga, arranca el coche!
Al parecer me esperaban más sorpresas.
En ocasiones tenemos unas expectaciones tan grandes que es imposible que se acerquen a la realidad, en esta ocasión la realidad superó las expectativas a tal nivel que parece que sea un sueño.
No olvides cerrar los ojos y pedir un deseo cuando soples las velas.